La intención de la Navidad


Estas entrañables fechas tienen unos efectos que, en la práctica, podrían considerarse positivos. En un principio, pueden ayudar a impulsar mejores sentimientos en las personas, como por ejemplo la sensibilidad y la solidaridad. Ahora bien, la Navidad esconde algo más que anuncios de turrones, regalos y grandes banquetes. De hecho, esta fiesta viene acompañada normalmente de una serie de polémicas. La primera de ellas es la concerniente al propio origen de la Navidad. En teoría esta fecha conmemora el nacimiento de Jesucristo, aquel hijo de Dios que debía redimir a la humanidad. Sin embargo, el relato de aquella entronización de un ser humano, probablemente corriente, a sacra categoría parece que guarda algunas incoherencias.


En relación a lo dicho, generalmente está aceptado que la Iglesia decidió cambiar la fecha de la conmemoración del nacimiento de Cristo. ¿Por que? Es posible que la finalidad fuera hacerla coincidir con otras fiestas que ya se encontraban interiorizadas en el inconsciente colectivo, como podían ser los Saturnales. Estas celebraciones tenían lugar en la Antigua Roma, y pretendían honrar al dios Saturno. Además, es llamativo que durante las mismas los esclavos recibían cierto trato de privilegio.

Así que, a pesar de que los dioses romanos terminaron siendo sustituidos por una deidad monoteísta, cuya vida era algo menos apasionante, ello no significaba que la gente se olvidara de los Saturnales. En realidad, esta fiesta tenía un considerable arraigo popular, por lo que pudieron entender que era buena idea hacer coincidir con ellas el nacimiento del hijo de Dios. De esta manera, se celebraría el aniversario de Jesucristo, en unas fechas en las que ya había por costumbre celebrar algo también. De este modo, estos Saturnales debieron ser sustituidos, en el ideario colectivo, por otra fiesta que fue asumida cómodamente por la población. Así pues, se consagró una nueva tradición, esta vez en sintonía con aquella la ahora religión dominante.


Por consiguiente, los edificadores que aspiraban a que el cristianismo se consolidase como prerrogativa divina, observaron la necesidad de diseñar una nueva identidad cristiana. Por esa razón, fue necesario también "crear" una serie de tradiciones que potenciaran esa identidad religiosa, puesto que para que las personas asimilen una identidad concreta, ésta debe estar presente en el mayor número posible de ámbitos. De acuerdo con lo dicho, la relación entre la Navidad y el cristianismo es esencial. Esta relación se ve perfectamente en el episodio de los Simpsons, en el que Lisa se hace budista. En este capítulo, los padres de Lisa, y el reverendo, intentaron “sobornarla” con la Navidad, para que la niña abrazara de nuevo el cristianismo. En este sentido, se puede destacar del capítulo cuando el reverendo recuerda a los padres de Lisa, que Santa Claus no deja regalos debajo del Árbol de Bodhi.

Asimismo, Santa Claus, ese personaje sin el cual no se podrían concebir las Navidades actuales, también es una creación que parte de una figura real como era el prelado Nicolás. Este adorable personaje vivió durante el siglo III D.C, y fue canonizado por la Iglesia Católica. Desde entonces se le empezaron a atribuir milagros realizados a favor de los pobres. Tiempo después, en Holanda, su relato se mezcló con leyendas nórdicas que relataban como un mago tirado por renos daba regalos a los niños que habían sido buenos y castigaba a los que no se habían portado bien. Este punto es el que a todos nos suena, y no ningún prelado Nicolás que, aunque también fuera bondadoso con niños y pobres, no llevaba ningún traje rojo, ni nos deseaba feliz Navidad con esa risa tan característica.

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